El autocuidado no es un lujo, es una necesidad para madres.
En el ajetreo diario de ser madre, es fácil olvidarse de uno misma. Las demandas de la crianza, el trabajo y el hogar muchas veces ocupan toda nuestra energía y tiempo, haciendo que el autocuidado parezca un lujo que no podemos permitirnos. Sin embargo, la verdad es que el autocuidado no es un lujo, ¡es una necesidad! En este artículo, exploraremos por qué es esencial cuidar de una misma y cómo puedes incorporar el autocuidado en tu rutina diaria, sin sentirte culpable.
¿Qué es el autocuidado?
El autocuidado es cualquier actividad que realizas de manera consciente para cuidar de tu bienestar físico, mental y emocional. No se trata de escaparse del caos diario, sino de encontrar pequeños momentos que te ayuden a recargar energías y mantener un equilibrio saludable.
Para una mamá, esto es especialmente importante. La crianza es una tarea hermosa pero demandante, y si no estamos bien con nosotras mismas, no podemos dar lo mejor a nuestros hijos e hijas.
El mito del «tiempo para mí» :
Muchas madres sienten que no tienen tiempo para dedicarse a ellas mismas. Es fácil caer en la trampa de pensar que el autocuidado requiere horas de tiempo libre o actividades complicadas, pero en realidad, se trata de aprovechar los momentos pequeños que ya tienes a tu disposición.
Algunas ideas simples:
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Respiraciones conscientes: Dedicar 1 minuto a respirar profundamente puede cambiar tu enfoque y reducir el estrés.
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Pausas de gratitud: Antes de dormir, piensa en tres cosas buenas que sucedieron durante el día.
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Eliminar el móvil una vez que estás cenando o te has ido a la cama: mirar mails o cosas que han quedado pendientes.
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Movimiento físico: Un paseo corto o estiramientos simples pueden revitalizarte sin necesidad de invertir mucho tiempo, por ejemplo, si tienes tiempos muertos entre las actividades extraescolares.
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Relaciones sociales: Tomar un café con una amiga, con tu madre o hermana.
El impacto del autocuidado en la crianza:
Cuidar de una misma no solo beneficia tu bienestar personal, sino también a toda tu familia. Cuando te sientes equilibrada, tu capacidad para gestionar el estrés, tomar decisiones con calma y ser más paciente con tus hijos-as aumenta. No puedes servir de una taza vacía, por lo que llenar tu propia taza debe ser una prioridad.
Cómo empezar hoy mismo:
No tienes que hacer grandes cambios de inmediato. Comienza por identificar pequeños momentos en tu rutina donde puedas incorporar prácticas de autocuidado. Aquí te comparto algunas ideas:
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Dedica unos minutos por la mañana para meditar o simplemente respirar profundamente.
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Aprovecha los tiempos muertos (como cuando esperas en una fila) para hacer algo que disfrutes, como leer un artículo o escuchar música relajante.
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Sal a caminar unos minutos después de la cena, aunque sea con tus hijos-as. El aire fresco y el movimiento físico te ayudarán a desconectar y relajarte.
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Haz una lista de acciones que se repiten a lo largo de la semana y busca “tiempos muertos” antes de entrar al trabajo, mientras esperas a tus hijos-as, cuando ya está tu pareja en casa…
El autocuidado no es un lujo para las madres ocupadas, es una necesidad fundamental. Al priorizar tu bienestar, no solo te sentirás mejor, sino que también estarás mejor equipada para ser la madre que deseas ser. Cuidarte a ti misma es la mejor manera de cuidar a los que amas.